“Will Stanton es un joven que descubre que él es el último de un grupo de guerreros que han dedicado sus vidas a luchar contra las fuerzas de la oscuridad. Viajando hacia adelante y hacia atrás en el tiempo, Will busca una serie de pistas misteriosas y encuentra fuerzas de un mal inimaginable. Con la oscuridad levantándose de nuevo, el futuro del mundo esta en sus manos.”
Cuando uno lee este tipo de simples sinopsis, poco puede decir de la película, en especial de una que fue pobremente publicitada. Fue la suerte y un poco de tiempo libre la que hizo que la descubriera en una de mis tantas visitas en solitario al cine. No diré que me sorprendió la poca audiencia de la película, si tenemos en consideración que no es realmente una obra maestra. Aún así, vale la pena al menos verla una vez.
La película está basada en el libro del mismo nombre escrito por Susan Cooper, y es uno de los títulos de una serie de aventuras basadas en las leyendas artúricas, celticas y galesas. Creo que no está de más decir que poco tiempo después de ver la película, compré el libro, intrigada por leer la versión “original” de la historia.
Primero que nada, hay que agradecer que la historia en sí es bastante conocida: un chico, símbolo de la Luz, está destinado a salvar el mundo a partir de los llamados signos que están desperdigados por todo el pueblo en que vive para luchar contra el Mal. No es original, pero por algo este tipo de historias son clichés. Y a todos nos gustan los clichés, seamos honestos.
El director David L. Cunningham supo adaptar la visión más bien oscura del libro, lo cual es importante en una adaptación. En la película reinan los colores fríos, ayudando a adentrarnos en una historia donde el Mal y el hielo se apoderan de toda cosa viviente. A pesar de que hay partes que fueron omitidas (las cuales considero importantes, al menos en mi punto de vista), eso no evita que el espectador pierda el hilo o no comprenda la historia. Si uno no lee el libro y no tiene interés en hacerlo, ¿qué importa si agregan o quitan algunas partes? Al fin y al cabo, lo que importa es el resultado.
El final es predecible y esperable, pero creo que, a estas alturas, todas las películas fantasiosas tienen un final similar. El mensaje general tampoco es sorprendente, sino que se repite una y mil veces en la historia del cine desde la aparición del género fantástico.
Aún así, yo preguntó, ¿a quién no le gusta ver una buena película sobre la lucha entre el Bien y el Mal?
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