~Sobre el libro~
Catorce relatos donde las fronteras entre lo imaginario y lo real se entrelazan en los deseos o en los sueños de los protagonistas. Historias en miniatura que forman parte de un exquisito catálogo de personajes solitarios que buscan su destino.
¿Qué se le puede pedir a un buen escritor? Que no
subestime a los lectores. Recuerdo que eso fue lo que pensé cuando comencé a
leer el primer libro de Marcelo Guerrieri: “Este escritor tiene muchísimo
respeto por el lector”. Y es que Árboles de tronco rojo es un variado
muestrario de la destreza con que Guerrieri despliega su universo, y lo hace
con seriedad, tomando el lenguaje como eje central de su poética. Sus historias
son creíbles porque él se encarga de transmitirlas de esa manera. Hay en el
volumen cuentos policiales, delirantes, aterradores. Pinta con verosimilitud
las relaciones que establecemos con las demás personas (por ejemplo en el
cuento “Cada tanto Normita”).
Algunos relatos absorbieron lo mejor de los ambientes
extraños de Cortázar. La mención no es casual: en la conformación de las
historias está el brutal y desconcertante mundo cortazariano, pero Guerrieri no
se queda en una imitación, sino que da un aporte nuevo desde la enunciación, en
un tono adecuado a cada relato. Hay un cuento, “El repartidor de diarios”, que
es estremecedor. Las peripecias del personaje se vuelven hipnóticas, y las
circunstancias más increíbles son aceptadas gracias a la sabia manera de narrar
de este joven autor. Lo desopilante se hace presente en “El ciclista serial”,
pero el texto no se desborda en ningún momento; llega a buen puerto y logra una
perfecta realización (dato no menor, si observamos que el relato mencionado
pertenece al género policial, delimitación que juega gran parte de la propuesta
textual en la resolución del caso).
Guerrieri parece caminar por sobre la cornisa a muchos
pisos de altura, y no le tiembla el pulso. Por eso su manera de narrar es
precisa, detallada, y se adecúa en el registro ante cada nuevo relato. Como un
desafío implícito, se ve que el narrador apostó a comentar diferentes
situaciones de la vida cotidiana, y salió victorioso en sus propuestas. Pienso
irremediablemente en “Solo en la escuela”, o “Vos sos Pin”, ambos de un marcado
y encantador universo pueril.
Lo siniestro se hace presente en “La Telesita”, relato
con que se abre el libro. La presentación in media res del personaje engancha y
mueve a la curiosidad del lector. Varios textos más hay en el libro, que no
comentaré para dejarlos a la posibilidad de los lectores por deslumbrarse y
descubrirlos con esta propuesta fresca y sensata de la literatura argentina.
¿Qué se le puede pedir a un autor? Que nos deslumbre,
que nos entretenga y nos cuente con calidad y destreza historias que atrapen,
que nos obliguen a olvidarnos de estar leyendo algo, sumidos en la placidez del
letargo o la zozobra pesadillezca que sólo la buena narrativa parece llevar en
su interior, como un espanto oculto.
En una época en que los elfos (¿a esta altura del
partido?) y las sagas berretas aparecen en el horizonte de la literatura
fantástica argentina, Guerrieri se muestra con osadía en su primer volumen de
relatos, pidiendo espacio con su talento, que descolla entre la producción
local.
Patricio Chaija
Escritor
~Sobre el autor~
Marcelo Guerrieri (Lomas de Zamora, 1973) coordina talleres literarios en centros culturales del ámbito público y privado de la ciudad de Buenos Aires, tarea que desempeñó entre 2005-08 en Uppsala (Suecia) y Barcelona (España). Se formó con Alberto Laiseca y participó becado en diversas clínicas en el Centro Cultural Ricardo Rojas (Universidad de Buenos Aires): en 2003, Pablo de Santis lo eligió para un taller junto a otros cuatro escritores jóvenes; en 2008, obtuvo el Premio Nuevos Narradores, seleccionado por Martín Kohan y Juan José Becerra; y en 2010, fue invitado a la Escuela de Escritores del Rojas.
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