viernes, 14 de diciembre de 2018

Literatura argentina contemporánea – Lo que pasó mientras no estuvimos

A veces uno necesita alejarse de todo aquello que más conoce. Y si bien la literatura juvenil es un mundo que me apasiona y al cual creo que le deben abrir la mayor cantidad de puertas posibles, no es un secreto que durante una parte importante del último año me sentí un poco abrumado por ella. Y es que cuando uno estudia sobre libros juveniles, evalúa libros juveniles, reseña libros juveniles, y trabaja en una librería – vendiendo libros juveniles, duh – llega un punto en que simplemente tiene que poner un freno y centrarse un poco en cosas que, quizás, habían quedado un poco descuidadas, como eso de conseguir novio y viajar y ser feliz por la vida.
Well, solo cumplí con la parte de viajar… algo es algo. Pero a partir de este periodo de hibernación – nunca tan literal después de vivir tres inviernos seguidos – me reencontré con algunas vertientes literarias que habían quedado relegadas en mi TBR. Así que abróchense los cinturones y prepárense para leer un post con una serie de novelas y antologías un poco diferentes a las que estamos acostumbrados en el blog.



Kentukis – Samanta Schweblin
Schweblin, para el que nunca leyó nada de ella, tiene, además de un apellido difícil de escribir que nos hace dudar a cada segundo, un estilo literario muy particular. Su prosa es asfixiante, cerrada, claustrofóbica. Todo lo que nos cuenta parece tener un trasfondo que desconocemos, y eso nos inquieta: sabemos que no hay nada que no pueda estar pasado en el mundo próximo a nosotros. Los límites entre realidad y ficción son difusos – un uso del lenguaje magistral favorece el enflaquecimiento de estas barreras - y sus historias nos dejan el corazón en la boca al momento de atravesar el punto final. Siete casas vacías y Distancia de rescate son dos puntos de partida excelentes para comenzar a leer a la autora.
Kentukis es su última novela. Usando un estilo de historias fragmentadas que corren paralelas, nunca cruzándose, Schweblin – pausa para ver si el apellido fue bien escrito – nos presenta un mundo cercano y lejano a la vez, en el que la tecnología, el consumo, y la insatisfacción con ser uno mismo han alcanzado un nuevo punto de contacto. Los kentukis son una especie de pequeños robots con forma animaloide– a pesar de que nunca pude dejar de imaginarlos como a Fonzo de Los Simpsons – que uno puede comprar para tener de compañía. La cuestión es que, del otro lado del globo, alguien puede estar comprando acceso a ese robot, para controlarlo y vivir una vida diferente. De esa forma, las personas se convierten en amos – poseedores de kentukis – y mascotas – controladores de kentukis – rompiendo los límites de la privacidad y abriendo las puertas a mundos no tan inocentes, oscuros, extraños.
Kentukis fue una novela que disfruté bastante, a pesar de que me costó un poco acostumbrarme a la fragmentariedad de las historias, y aunque que me pareció que solo se arañó la superficie de esta especie de realismo sociotecnológico que se nos propuso. Creo que las novelas y antologías anteriores de la autora son puntos de partida mejores para su lectura.

Ladrilleros – Selva Almada
Atravesada por el asfixiante clima del litoral argentino, la novela de Selva Almada es algo que me llegó por sorpresa, bajo la recomendación de un compañero de trabajo. Nunca había leído nada de la autora, ni algo que se desarrollara en un ambiente que es tan cercano y lejano para los que vivimos en el autocentrismo de la provincia de Buenos Aires.
Almada nos propone la historia de dos familias de ladrilleros, enemigas hasta la muerte desde generaciones pasadas. En ese contexto nos encontraremos con los dos protagonistas, Pájaro Tamai y Marciano Miranda, quienes yacen en los charcos de su propia sangre, a punto de morir, esperando que alguien los encuentre. Ambos nos relataran - con una prosa caracterizada por la pluralidad de voces y puntos de vista, y por el uso del exótico dialecto de los barrios bajos de la región - la historia de sus familias , empezando por la de sus padres, y de cómo se llegó al trágico desenlace en el que se encuentran. Una novela cruda y violenta que nos hace reflexionar acerca de otras realidades que, a pesar de sernos ajenas, están surcadas por los mismos factores que atraviesan la nuestra: amistad, familia, amor, sexualidad, búsqueda de reconocimiento y aceptación.


Las cosas que perdimos en el fuego – Mariana Enríquez
Siguiendo la línea de Schweblin, Mariana Enríquez es una autora que, en sus cuentos, juega con la fina línea entre fantasía y realidad para sumergirnos en mundos terribles y distópicos. Su estilo crudo y directo – en esto se diferencia un poco de Samanta, que tira más hacia lo rebuscado y literario – nos permite meternos de lleno en historias pobladas por asesinos, fantasmas, entes desconocidos, o por la mismísima naturaleza humanas, que a veces se configura como el peor monstruo de todos. Sus historias se encuentran también marcadas por un claro mensaje político y feminista, lo que les da un aura de actualidad y las acerca todavía más a nosotros.
Por supuesto que algunas de sus historias son “mejores” que otras, pero eso no quita que cada una de ellas le quite el aliento al lector y lo deje reflexionando una vez finalizada. En definitiva, es una antología que súper recomiendo y que no se puede dejar pasar.


La ilusión de los mamíferos – Julián López
¿Cómo definir lo que representa “La ilusión de los mamíferos”? ¿Cómo caracterizar un relato cuya prosa, tan cuidada y poética, se caracteriza por la falta de acción? Falta que, cabe aclarar, lejos de ser inmovilizante y aburrida, impulsa al lector a seguir leyendo en base a la belleza del entramado poético del discurso.
López nos trae una historia de amor fragmentada y poco convencional. Dos hombres que pasan sus domingos conociéndose, hablando, escuchando música, lejos de las miradas de desaprobación de los otros. Uno vuelve con su familia, con su mujer y su hijo, mientras el otro aguarda que vuelva a dar la hora concertada del domingo. La espera, la búsqueda de cariño efímero, es la ilusión de los mamíferos.
Nos propone un relato en el que pasado y presente se fusionan, en el que el recuerdo de los tiempos clandestinos y felices se entremezclan con la aridez y la soledad del ahora, en un lienzo repleto de blancos que el lector debe ir llenando para conferirle a la historia un sentido propio. Poesía y prosa se entremezclan para dar forma a un relato único, crudo y desgarrador. Una lectura excelente.


*

Esto fue un ejemplo de las cosas – claramente quedó bastante afuera – que vine leyendo durante el periodo que el blog estuvo inactivo. Y si bien no es lo que acostumbramos a reseñar acá, me pareció interesante compartirlo y abrirlo a otras perspectivas. Aunque, en el fondo, lo juvenil siempre se extraña, y prometo volver la semana que viene con algo más “acorde” a lo nuestro.




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