Reseña: Los ojos del perro siberiano

Autor: Antonio Santa Ana

Editorial: Norma

Paginas: 256

Nos quedamos un rato en silencio, envueltos en el perfume de las hierbas. Hasta que le pregunte. -¿Por qué nunca hablamos de Ezequiel? Apoyo las cosas en el piso con mucha calma. Estiro su mano como para acariciarme. Me miro. Bajo la mano. Luego la vista y dijo en un susurro: - Hay cosas de las que es mejor no hablar.

Desde que estoy enfermo,
en los ojos de algunos veo temor
 reproche
 intolerancia
lástima
 enojo
 vergüenza
 curiosidad
 Los únicos que me miran igual
son los ojos de mi perro.

Este libro lo leí hace muchos años y siempre se quedo en mi memoria y corazón. Son esas historias que guardas para siempre, que su mensaje es tan profundo, hermoso, triste, delicado y esperanzador (si, todo eso junto y mas) que, simplemente, no podes despegarte de ella. Pero la portada no le hacía juicio, creo que a muchos quizá no les interesaba el libro por esa portada fea que tenía, por suerte la editorial Norma decidió que era hora de que este hermoso libro tuviera un diseño a su altura.

Lo que lograron es maravilloso. A lo largo de la reseña les voy a ir dejando fotos para que lo puedan apreciar, pero es mucho mejor tenerlo en las manos, Así que les ordeno que vayan a buscar un ejemplar... No, no ahora, primero lean la reseña:

Un libro que aborda el SIDA desde la mirada de un chico es una premisa que promete, ¿no lo creen?

No conozco muchos libros juveniles que aborden esta temática, aparte de este, se me ocurre Positiva de la editorial V&R, pero después no conozco otro, y creo que es una temática importante para tratar, porque no solo podes orientar la historia para que los jóvenes aprendan a prevenir el contagio, sino también a interiorizarse sobre la misma y a no escandalizarse, juzgar o rechazar a la persona que sufre de esta enfermedad. 

Esta historia esta centrada mas que nada en el miedo y el rechazo, y cómo esto afecta al protagonista de la historia, del cual no sabemos su nombre, pero si sabemos el de su hermano mayor, Ezequiel, que tiene SIDA y un perro siberiano.

Ezequiel ya no vive en la casa de sus padres y su hermanito, de hecho en la casa de sus padres, no se habla de Ezequiel, para nada. Nuestro protagonista al comienzo de la historia que nos esta narrando no entiende porqué, qué es lo que paso para que sus padres estén tan enojados con su hermano, llega un punto en el que él también esta enojado con su hermano sin entender bien porqué. Los padres de esta familia son muy estrictos, con muchas reglas y poco espacio para ser un chico y tener pensamientos propios. 

Cuando se entera de que Ezequiel tiene SIDA todo cambia, su mejor amigo ya no lo es, la gente lo mira raro y todos parecen temer y odiar a su hermano, y él no comprende porqué, su hermano sigue siendo su hermano, se lo ve mas flaco y enfermo, pero sigue siendo él, sigue gustándole las mismas cosas y siendo bueno con él. En su cabeza no entra la idea de que una persona sea discriminada por esta razón.

Todos los diálogos y pensamientos que hay plasmados en estas páginas no tienen desperdicio. Cada uno de ellos nos muestra una verdad sobre el mundo en el que vivimos, pero a la vez nos muestra a personas como el protagonista o su abuela, que promueven la aceptación, el amor y la tolerancia. 

Se enfrentan dos formas de afrontar la vida y sus consecuencias de una forma real, cruda y a veces hasta cruel. 

Antonio Santa Ana escribió una historia realista que abarca la totalidad de esa palabra. Todo se siente real y cercano, hoy en día, 2016, se sigue discriminando a las personas y juzgando su forma de vida. Quizá si mas gente leyera este libro todo sería distinto. 

Se nota el compromiso del autor para con el tema, es un libro cargado de emociones fuertes y escrito de una forma perfecta. Pasado y presente se mezclan creando una novela inolvidable. 

"Los ojos del perro siberiano" es una invitación a reflexionar sobre cómo estamos viviendo nuestra vida y sobre cómo miramos a los demás. Es imposible no terminar este libro y emocionarse, querer cambiar al mundo, vivir la vida al máximo. 

Gracias, Antonio, por tan significativo mensaje. 

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