lunes, 26 de diciembre de 2011

Introduciendo a... Ray Collins

El día de hoy comenzamos la segunda Semana Navideña conociendo a un reconocido autor argentino que ganó recientemente el primer lugar en el Concurso de Novela Negra organizado por la editorial Del Nuevo Extremo. Descubramos un poco más sobre el autor que se oculta tras el seudónimo de Ray Collins y prepárense, porque hay un gran concurso en marcha y, entre los libros que se podrán ganar, se encuentra Mi Nombre es Zero Galván, la novela ganadora de Ray.

~Conociendo a Ray Collins~


Ray Collins es el seudónimo de Eugenio Juan Zappietro, creador en 1962 la historieta Precinto 56, policial protagonizada por el teniente Zero Galván, y traducida a varias idiomas. Zappietro escribió además de numerosas historietas, novelas como Tiempo de morir, De aquí hasta el alba, La calle del ocaso, Kiling, Precinto 56, y numerosos cuentos, entre ellos 20 Cuentos policiales argentinos, 24 Cuentos policiales argentinos, 15 Cuentos policiales. Para televisión escribió también los siguientes teleteatros: De profesión abuelo, Ha llegado un profesor, Frente a la Facultad, Hombres y mujeres de bronce, La historia de Celia Pirán, La sociedad juzga, Un pobre heredero. Fue guionista de Días de ilusión, Cabo Savino, y Yor, filmada en Italia, sobre su cómic Henga, el cazador. 

~Ray Collins, entre el policial y la policía~

Por: Martín Perez, en Página 12

  Un perchero lleno de toda clase de gorras de policía, una enorme caja fuerte antigua y una bandera argentina. Y además muñecos con uniformes, cuadros de todo tipo y una biblioteca atiborrada de papeles. Y como si fuese poco, una máquina de escribir Olivetti sobre su propia mesita. “Tuve una computadora, pero hice que se la lleven. Porque todo el tiempo estaba viniendo alguien a usarla”, explica el comisario inspector Eugenio Juan Zappietro, que ya lleva dos décadas ocupando el despacho de director del Museo de la Policía Federal, en el séptimo piso de un edificio en plena city porteña. “También tengo otro en el Centro de Estudios Históricos de la policía”, aclara Zappietro, anunciando que en su vida hay más cosas que las que están a la vista. Pero es que siempre parece haber más cuando se trata de alguien como Zappietro. Rodeado por un San Martín, una Virgen y dos gallos –símbolo de la Policía Federal–, sentado en el enorme escritorio que preside el despacho, cubierto de más y más papeles en toda su superficie, el comisario exhibe las dos novelas que acaba de editar, firmadas con el nombre de Ray Collins, un seudónimo que utiliza desde hace casi medio siglo para escribir historietas. Porque casi al mismo tiempo que nació el policía, con apenas tres años de diferencia, en la vida de Zappietro también apareció el escritor profesional. “Ser policía es algo que hay que explicarlo, pero es inexplicable”, asegura. Mientras que la escritura, aclara, es algo adictivo. “Como los bocadillos de acelga”, apunta con una sonrisa cómplice. “Son mi cocaína. Droga pesada.”
  Tanto la policía como la historieta llegaron a la vida de Zappietro respondiendo una orden. Fue su padre –que llegó de Italia de adolescente, joven músico que alcanzó a tocar el corno inglés en el Colón por concurso, pero terminó ganándose la vida como comerciante– quien quiso que fuese policía. “Yo soy de una época en la que ni se te ocurría desobedecer a tu viejo”, explica, al tiempo que asegura que hace muy poco se enteró que aquella orden vocacional paterna era en realidad un homenaje a un amigo policía. “Era uno de los tres empleos que en el colegio te enseñaban a respetar, junto al de bombero y cartero.” La orden que lo llevó a la historieta, en cambio, fue de Julio Portas, director de la revista Misterix. Por entonces el futuro Ray Collins se dedicaba a adaptar fotonovelas para la editorial Abril, cuando Portas –ante la deserción de uno de sus guionistas– le exigió una historieta. Y un seudónimo. “No lo pensé mucho. Recién después me enteré que era el nombre de un actor, que terminó apareciendo en la serie Perry Mason. Así que no me lo puse en su homenaje, como aseguran Trillo y Saccomanno en su Historia de la Historieta Argentina”, aclara con un guiño Collins, que a partir de entonces fue ubicando su nombre en un lugar de privilegio de la historia local del género, hacia el fin de su edad de oro. Desde el lento ocaso de Misterix, pasando por la aparición de Skorpio y terminando en la última época de Columba, fue sumando personajes, y el más famoso de ellos es el que ahora reencarna en estos dos libros simultáneos. El primero, editado por la muy casera editorial La Llave, lleva simplemente el nombre de la serie en cuestión, Precinto 56. Y el segundo, Mi nombre es Zero Galván, acaba de ganar el concurso de novela negra de la editorial Del Nuevo Extremo. “Lo envié al concurso como una suerte de control de calidad. Porque quería ver si podía bajar al personaje del cuadrito”, asegura Zappietro, policía y guionista de historietas, flanqueado por sus libros. Y bien sentado en un escritorio que, a diferencia de lo que sucede en los policiales, no esconde una pistola en ningún cajón. “Sólo vas a encontrar mugre. Y bolitas de naftalina, porque soy un tipo de otra época.”

  IDENTIKIT De Simenon, la cotidianidad. De Ellery Queen, el ingenio. De William Irish, la angustia. Y de David Goodis, la amargura. Zappietro puede enumerar todo lo que ha aprendido de cada autor de policiales que ha leído en su vida. Pero, aún así, la historieta policial tardó en llegar a su vida literaria. Cuenta que fue el gran Hugo Pratt quien le pidió una. Por entonces el Tano dirigía una segunda encarnación –la última– de la revista Misterix, donde Oesterheld y Breccia publicarían Mort Cinder, su gran obra de madurez, la que para muchos cierra la etapa de oro de la historieta local. “Conocí a Alberto Bre-ccia muchos años después, en casa de su alumno Horacio Lalia, cuyo rostro fue modelo para el personaje”, recuerda Zappietro, que puede ser policía y guionista de historietas, pero antes que nada es lector y fanático confeso del género. Y no hace más que demostrarlo una y otra vez. “¿Qué le pareció Mort Cinder?, me preguntó. Treinta años adelantado a su tiempo, le respondí.”

  En esa misma publicación, Zappietro firmaba como Ray Collins su Garrett para el mítico y extraordinario dibujante chileno Arturo Del Castillo. “Me acuerdo que Alberto había entregado una página cualquiera del guión, porque las dibujaba sin ningún orden. Y Pratt la había puesto sobre un atril de dibujante y la estaba mirando”, cuenta Zappietro. “‘Che, policía’, me llamó. ‘¿Por qué esta mierda es tan triste?’. ‘Porque la vida es triste, Tano’, me burlé. Pero se nota que se quedó pensando, porque cuando más tarde salimos a tomar un café, me pidió que hiciera un policial. ‘Nunca hice policiales’, le contesté. Y pregunté: ‘¿Cómo lo querés?’. ‘Vos sabés cómo lo quiero’, me contestó. Así fue como nació Precinto 56.”. Dibujado por un joven José Muñoz, que luego se inspiraría en esas páginas para su Alack Sinner (“Recuerdo que me pidió permiso para usar el personaje desde su exilio europeo y yo se lo di, por supuesto”), Precinto 56 fue rubio en aquel comienzo, y luego devendría en morocho en la pluma de Lito Fernández para Skorpio, que aún hoy lo sigue dibujando.
  Pero por más lecturas y experiencias policiales que Zappietro atesore, sus comienzos en la escritura literaria vinieron –sorprendentemente– de la mano de las novelas románticas. “No tiene nada de sorprendente”, corrige el comisario. “Mi madre leía esa clase de revistas y novelitas pre Corín Tellado. Me había gustado mucho algo de Constancio Vigil, llamado Marta y Jorge, que nunca he vuelto a ver. Así que cuando me compré mi primera máquina de escribir, para probarla escribí cuatro o cinco historias y se las mostré a mi madre. ‘No están mal’, me dijo. Y me sugirió que las llevase a las revistas que leía.” Si Zappietro fue policía por mandato paterno, entonces, su universo literario parece haber sido guiado por las lecturas de su madre. ¿Cómo un policía se atrevía a escribir historias románticas? “Es que yo no era un policía, apenas si tenía un par de años de instrucción, y uno en la calle”, responde Zappietro, que asegura que su experiencia policial no le brindó historias del género, sino un cierto conocimiento de primera mano del comportamiento humano en situaciones límite. Armado de toda clase de seudónimos, en aquellos comienzos Zappietro llegó a escribir para catorce revistas. “Había eficacia. Escribir era algo natural. Como si segregase algo”, intenta explicar. Si bien la historieta siempre fue su pasión recurrente, llegó a comentar fútbol (su auténtico hobby) para Muñoz, e incluso –después de unos comienzos en comisarías de barrio– en la misma policía su labor terminó adquiriendo un perfil de comunicador. Dirigió la revista de la fuerza, trabajó en un noticiero televisivo y llegó a escribir guiones de series vinculadas a la institución, con títulos como Hombres y mujeres de bronce, o La sociedad juzgó. “Estuve a punto de tener a mi cargo una comisaría, ya entrado en mi carrera. Pero me juzgaron inmanejable, según me dijeron. No era verdad, pero para ser policía hay que ser un buen actor.”
  (...)
  Pero a pesar de todos sus oficios terrestres en el ámbito de las letras, Zappietro siempre regresa a la historieta. “Puede ser un género menor, pero cuando una historieta es buena de verdad, ni cinco novelistas juntos podrían hacerla tan bien”, asegura. Para él, Pratt fue el mejor guionista de todos. Y Del Castillo el mejor dibujante. “Vivió como quiso, y recuerdo que una tormenta que inundó la zona donde vivía se llevó todo su archivo. Una tragedia. Fue el mejor dibujante del Oeste, sin dudas.” Asegura, también, que Carlos Albiac y Eugenio Mandrini fueron los únicos guionistas que nacieron para eso. “Los demás, fuimos paracaidistas”, exagera. “Este año se cumplen 51 años de mi primera historieta, 53 de mi primer cuento y 40 de mi primera novela. ¡Parece que tengo mil años!”, se lamenta este hombre que aún vive en la casa de su abuela, en Villa Urquiza. “Tengo tres parras. Una la plantó ella, otra la planté yo y la tercera se la robé a un vecino”, se ríe Zappietro, que no parece tener muchas deudas pendientes en la vida. “Yo vivo haciendo pruebas. Eso sigue siendo para mí la historieta, un gran campo de pruebas”, explica ahora como Ray Collins, autor todavía de Precinto con Lito Fernández y un detective ambientado en los años ’40 y ’50 llamado Maura, que dibuja Lalia. “La policía existe porque la sociedad fracasa”, asegura Zappietro, casi a modo de despedida. Pero antes de entretenerse con otra cosa, como el taller literario que dirige en su oficina del Museo, asegura: “Hice lo que quise, me pagaron por eso y hay gente que me recuerda. No hay mucho más que decir”.


~Mi nombre es Zero Galván~

♦Autor: Ray Collins
♦Editorial: Del Nuevo Extremo
♦Páginas: 240
♦Fecha de publicación (Argentina): 5/12/2011

Nadie saldrá indemne de las páginas de Mi nombre es Zero Galván, basta saborear sus puntos de vista, sus diálogos y conflictos para entender lo que significa Collins. Usa su talento, ese manejo imposible de palabras y sonidos, para inventarse una historia que será exclusivamente suya. Crea ambientes con precisión, puliendo su técnica hasta hacerla brillante y filosa como el cuchillo de un artesano: sus personajes usan frases shakesperianas y se permiten citar clásicos y saldar deudas con el honor de viejos caballeros ingleses para retirarse de escena envueltos en palabras. Una música de fondo que se desvanece en el papel para quedar en la memoria.

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¿Te gustaría ganar un ejemplar de Mi Nombre es Zero Galván? Estate atento(a) al blog, que pronto te contaremos cómo participar del concurso triple...


¿Querés empezar desde ahora a sumar puntos? Leé el artículo de arriba sobre el autor y contestá la siguiente pregunta en un comentario:
¿Qué clase de historias escribía Zappietro en sus comienzos en la escritura?
(+5 puntos extras por contestar correctamente. Concurso válido sólo para el territorio argentino)


¿Y ustedes qué opinan? A mi me impresionó mucho la vida de este hombre, y tengo muchas ganas de devorar su nueva novela. Continúan los días moviditos en Llave de Tinta, no me pierdan de vista ;)
Esta semana es la última para participar en los sorteos de la primer Semana Navideña. Si no lo hicieron todavía, pasen, lean las maravillosas historias de los autores y anótense por su oportunidad de llevarse un libro -del que no se arrepentirán- a casa :)

6 comentarios :

  1. Este libro me llama muchísimo la atención !! Me apunto :) En cuanto a la pregunta, creo que es historias policiales :)

    Un beso

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  2. hola mi respuesta es las historias que escribía en sus comienzos eran policiales. un besito desde plegarias en la noche.

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  3. Hola me uno al concurso. la respuesta si entendi bien es historias romanticas.

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  4. Es que la historia de este señor es tan rica, que resumida en tan pocos párrafos se vuelve confusa. Debe ser maravilloso oirlo hablar, me lo imagino conversando sin parar...
    Yo entendí que esas primeras historias que la madre le sugirió que llevara eran románticas.
    Un abrazo =)

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  5. e.e escribìa historietas! Que cambiaaazo! jaja


    Besi,
    Jaz

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  6. "sus comienzos en la escritura literaria vinieron –sorprendentemente– de la mano de las novelas románticas"

    Me apunto se ve muy interesante el libro.

    Besos ^^

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