Año: 2015
Duración: 1h 58m
Director: Jocelyn
Moorhouse
“I’m back, you
bastards”, dirá Tilly Dunnage al regresar a su pueblo natal,
Dungatar, en una salvaje Australia rural poco antes explorada. Y creo
que es necesario comenzar dándole un par de vueltas a esta frase.
En un primer lugar,
porque consiste en el inesperado retorno al detrás de cámara de
Jocelyn Moorhouse, quien, luego de tener su primer éxito en el año
1991 (con la un poco sobrevalorada “Proof”), y un par de otras
piezas que rápidamente cayeron el olvido, parecía haber
desaparecido completamente de este ámbito. Lejos de ser una sorpresa
desagradable, e intentando contar lo menos posible de la película –
ya vamos a llegar a eso – creo que la experiencia obtenida como
guionista fue de particular ayuda a la hora de filmar “The
dressmaker”, basada en la novela homónima de Rosalie Ham. El
resultado final – el uso de los planos, los diálogos, la forma en
la que hilvanando las escenas – es simplemente fantástico.
En segundo lugar, pero
no menos importante, el regreso de Kate Winslet a un nivel actoral
que, particularmente, considero que hace tiempo no tenía. Claramente
el 2015 fue un muy buen año para Kate, que se encuentra nominada al
Oscar por su aparición en “Steve Jobs”. Aparición que, debo
decir, si bien es excelente, no creo que sea tan buena como la que
ofrece en esta ocasión.
Ya desde un comienzo
nos encontramos con una película un tanto extravagante.
Por un lado, un aire
que nos recuerda vagamente al film noir, con la llegada del
autobús a la parada solitaria, los colores oscuros y los flashbacks
que vaticinan un misterio que se mantendrá gran parte de la
película. Casi de inmediato, los paisajes rurales y los pueblos
pequeños usurpan la pantalla, recordando ahora a los viejos westerns
que tanta fama tuvieron en décadas anteriores. Y para cerrar nuestra
confusión, una de las mejores escenas de la película, a su vez
dramática e hilarante, donde Tilly muestra sus habilidades como
golfista al arrojar pelotas a aquellas personas que, ella sostiene,
arruinaron su infancia.
¿Qué estamos
viendo entonces? Un cóctel de géneros impresionante,
inclasificable, diría, pero que funciona de manera excelente.
Durante su caótica
infancia, víctima constante del maltrato de adultos y niños, Myrtle
“Tilly” Dunnage, de tan solo diez años, es acusada de un crimen
que ni ella logra reconocer si cometió, y enviada al exilio, donde
adquiere formación como modista y diseñadora. Lo que el pueblo de
Dungatar no sabe, es que, a veces, los problemas no pueden resolverse
de manera tan sencilla.
25 años después, y
para sorpresa de todos, Tilly regresa convertida en una mujer de fama
prominente. Madrid, Milán, París, son sólo algunas de las
metrópolis que han admirado sus trabajos, y que se han visto
abandonadas frente a la decisión de nuestra protagonista de cuidar
de su madre, y de aclarar las cosas de una vez por todas
Haciendo uso de sus
habilidades en la confección de vestidos – así como de su
capacidad para guardar secretos vergonzosos - , Tilly va obteniendo
las piezas que necesita para reconstruir su pasado, para comprender
cómo se desarrollaron los fatídicos acontecimientos que la mandaron
lejos.
Asimismo, observaremos
por otro lado su relación con Ted McSwiney, retratado por Liam
Hemsworth, y el cómo comienza a sentirse cada vez más cómoda en
ese lugar que alguna vez creyó odiar.
De más está decir
que, siendo una pieza de época sobre una modista, el vestuario y el
maquillaje son impresionantes. Cada diseño, cada sombra en el rostro
de los actores está absolutamente cuidada y nada parece fuera de
lugar. En cierto momento de la película, incluso, tenemos un salto
de tiempo, del que regresamos para observar cómo los vestidos de
Dunnage se han extendido por casi todo el público femenino del
pueblo. El juego entre el campo y la ciudad, entre el descuido y la
delicadeza, es constante, creando un dinamismo entre escenas que me
parece digno de remarcar.
Las actuaciones, por
otro lado, van de la mano de importantes artistas australianos y de
la ya antes mencionada excelencia de Kate Winslet, quien resalta,
sobre todo, en la dinámica que obtiene de la mano de Judy Davis,
encargada de personificar a la madre de Tilly. La química que tienen
en pantalla es impresionante, generando tanto escenas de lo más
conmovedoras como graciosas.
No tan brillante es
Liam Hemsworth, actor de lo más sobrevalorado que tenemos en la
actualidad, pero nada que un par de escenas con poca ropa no puedan
solucionar. (De hecho, es mejor cuanto menos habla).
Cuando pensamos que la
película está llegando a su cénit, cuando develamos el misterio y
aprendemos el poder de los rumores, cuando creemos que el punto de
todo es ser testigo de cómo una niña pudo ser vista por todos como
una asesina, la película da un vuelco de 360°. Uno completamente
inesperado, pero necesario para convertir esta obra en lo que
realmente es.
Y es que la última
media hora es un terremoto de emociones, cada situación más genial
que la anterior, cada desenlace más nefasto. En este caos que se
desarrolla, súbito para todos, Tilly se vuelve a encontrar sola,
juzgada, abandonada por quienes pensó podían llegar a aceptarla.
Tal vez, después de
todo, la venganza sea la única salida.
Como sostuve antes, el
resultado es fantástico. El encasillamiento de las obras en géneros
es algo que nunca me pareció del todo correcto, y piezas como esta,
capaces de romper barreras, no hacen más que generar admiración. Es
una película que esperé bastante tiempo para ver, y que por
diversas razones siempre escapaba de mis manos. Expectativas altas y
todo, estoy por demás complacido.
Realmente aconsejaría
tratar de ver esta película sin mirar primero el trailer, ya que
muestra un par de escenas del final que preferiría no haber
conocido. El desenlace es maravilloso, trágico pero a la vez
sumamente reconfortante. Porque de una manera u otra, todos fuimos
Tilly en algún punto de nuestras vidas.
Excelente reseña. Gracias.
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