viernes, 17 de junio de 2016

Blog Tour: Escucharás mi corazón de Alessio Puleo

¡Hola! ¿cómo andan? espero que disfrutando del viernes de la mejor manera posible (o sea leyendo libro, obvio).
Hoy les traigo un hermoso Blog Tour que esta organizando Del Nuevo Extremo. El libro es "Escucharás mi corazón" de Alessio Puleo. ¿No lo conocen? Acá les dejo la tapa y la sinopsis:

Una historia de amor de enorme valentía.
Ella, hermosa y divertida, está descubriendo todo sobre la vida.
Él, un príncipe diferente, desenfadado y generoso, es capaz de amar como nadie lo ha hecho jamás y luchar por ese amor contra lo imposible.
La salud de Ylenia es frágil. Tiene 18 años y padece una grave enfermedad del corazón. Su familia decide trasladarse a Italia, para que tenga más posibilidades de hallar un donante.
La vida de Ale, un chico italiano de la misma edad que Ylenia, está marcada por las peleas con su padre, las malas notas en el colegio y las salidas locas con los amigos.
Se conocen, se enamoran y sus vidas cambian para siempre: Ylenia descubre las ganas de vivir, Ale un motivo para hacerlo.


Si con la sinopsis no se convencieron de que es una historia que vale la pena leer, les comparto el capítulo 4:

"Cuando finalmente se quedó solo, Giorgio suspiró profundamente. A oscuras, dejándose guiar por la luz tenue de la luna que, al entrar a través de las cortinas semiabiertas, teñía de plata el piso, salió de la sala, pasó las escaleras y se dirigió a su pequeño estudio al lado de la cocina. Encendió la luz, alcanzó un mueblecito empotrado bajo la ventana, buscó dentro por algunos minutos y al final extrajo una carpeta azul un poco gastada, llena de hojas y con las esquinas ligeramente ajadas, como si hubiera sido abierta y cerrada muchas veces. Se acurrucó en el suelo junto al mueble y pasó con rapidez la mano sobre los caracteres impresos en la cubierta con un marcador negro: Ylenia.
Suspiró y abrió la carpeta. Examinó las hojas y las leyó varias veces. Allí estaba toda la historia clínica de su hija: los resultados de los distintos exámenes, los partes médicos y las hipótesis consiguientes, siempre equivocadas. Habían consultado numerosos especialistas en el intento de encontrar un nombre para la enfermedad de su hija, pero ninguno había logrado dar un diagnóstico preciso. Desde siempre les habían repetido que no había nada que hacer, ni para curar, ni para entender qué tenía; como condenados delante de un juez que emite una sentencia irrevocable.
Por eso ellos habían intentado ofrecerle una vida lo más normal, serena y feliz posible, luchando para no hacerle pesar la enfermedad, impidiéndole cansarse mucho y exponerse a emociones excesivas, que podían serle fatales.
Afortunadamente para la muchacha nunca había sido necesaria la hospitalización, ya que la sintomatología se limitaba a esporádicas crisis que los padres sabían como enfrentar: desmayos, ataques de pánico o dificultades respiratorias.
Se sentó al escritorio, en compañía de una copa de Baileys. Posó la mirada sobre las hojas, pero la mente le impedía leerlas. Cobró forma delante de sus ojos un momento que quería olvidar con todas sus fuerzas. Recordó el miedo y el desaliento que habían acompañado la primera crisis: la ambulancia que no llegaba, la carrera hasta el hospital, el terror de perder a la hija, todavía tan pequeña, los médicos que no daban respuestas.
Y si primero se había tratado de esporádicos momentos de terror, estas crisis se habían vuelto cada vez más frecuentes y el último estudio clínico concedía a la muchacha solo pocos meses de vida.
Precisamente por eso había ido a ver al doctor Kovacic: para encontrar un error, una esperanza. Pero nada de eso había sucedido. La única certeza que obtuvo fue que el corazón de su hija era demasiado débil, y pronto, por un motivo que nadie lograba descubrir, por un mal que nadie sabía explicar y al cual nadie sabía darle un nombre, dejaría de latir.
El hombre recogió los papeles. Intentando no dejarse llevar por el desaliento, puso la carpeta dentro del mueble, en el mismo lugar en el que la había encontrado y cerró los cajones. Buscó recuperarse, en el pensamiento y en el alma. Tenía que haber una manera para salir de esa pesadilla. Se levantó, sacó del bolsillo el último parte médico que condenaba a muerte a su hija, y en lugar de ponerlo en la carpeta lo escondió entre los documentos de trabajo. Después apagó la luz y salió del cuarto.
Caminando a oscuras, intentando no hacer ruido, comenzó a planear todo lo que tenía que hacer el día siguiente para organizar la mudanza. Miró a su alrededor, intentando fijar en la mente los recuerdos de esa casa, que a pesar de todo había sido el marco de un periodo muy importante de sus vidas.
Se arrepintió por un segundo de haberle mentido a su mujer, de haberle dicho que aquel día había ido a una cita de trabajo en vez de al consultorio del doctor Kovacic, pero, sin embargo, se daba cuenta perfectamente de que Ambra no habría podido soportar semejante peso: un dolor demasiado grande para ella. Tenía que cargar todo sobre sus hombros, solo, hasta el límite de sus posibilidades.
Una vez en la cama, antes de dormirse, volvió a pensar en la situación y se preguntó por un instante si era justo mentirle también a su hija, no comunicarle la verdad sobre sus condiciones de salud y hacerle creer simplemente que era demasiado débil desde el punto de vista emocional, que no estaba capacitada para soportar mucho estrés. A ella le habían dicho siempre que ese era el problema, su fragilidad, y que no había razón para preocuparse por sus desmayos.
Pero ahora se preguntaba si no habría sido más justo comunicarle que, en verdad, ninguno sabía qué enfermedad tenía y que le quedaban pocos meses de vida. En definitiva, hacerla partícipe de la realidad.
Alejó inmediatamente esos pensamientos. Ningún padre, pensó, revelaría nunca una verdad semejante a su propia hija. Y además, estaba seguro de que en pocos días la rabia de ella hacia él se disolvería. Por el contrario, si hubiera tenido conocimiento de la verdad no le habría sido posible jamás borrar su odio a la vida. Como le había ocurrido a él."

Espero que les haya gustado este capítulo y que le den una oportunidad al libro.
La parada anterior del Blog Tour fue en La vida es un libro y la siguiente en Solo déjate llevar.


2 comentarios :

  1. ¡Hola, Male!
    Tengo muchísimas ganas de leer este libro. Me encanta todo lo que tenga que ver con romance y viajes, y si no me equivoco todavía no he leído nada sobre Italia, así que me muero de ganas.
    Un besote enorme.

    Mel.-

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  2. Hola! No he leído el capítulo pero por la sinopsis tiene pinta de estar muy bien.

    Un saludo!

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